La Pereza me inoculó su veneno y
me agarrotó las manos y los pensamientos, me paralizó de tal manera que era incapaz
de escribir, aunque dentro de su maldad, me permitió leer. Los títulos que me
aconsejaba emanaban una nostalgia de tiempos pasados, un espíritu melancólico,
tal es el caso de “Distintas formas de
mirar el agua” de Julio Llamazares, en la que diferentes personajes de una
familia nos relatan los distintos sentimientos ante una vivencia común : la
anegación de un pueblo por la construcción de un pantano y el correspondiente
exilio involuntario de sus moradores ; o “El
balcón de invierno” de Luís Landero no menos proclive, que la anterior
mencionada, a la añoranza de un pasado que nunca volverá. He de decir de ambas
que su lectura me cautivó.
Me permitió ahondar en otro tipo
de lectura más audaz : “El peso del corazón”
de Rosa Montero, en la que de nuevo la detective Bruna Husky se enfrenta a un
nuevo caso en un mundo de ciencia-ficción, y a pesar de su condición de
tecnohumana (Un robot con aspecto humano) destila por toda su maquinaría las grandes
preocupaciones del ser humano : El paso del tiempo hacia una muerte segura (en
su caso con un límite concreto de tiempo), la soledad, el amor, la amistad, racismo,
religiones…una novela que nos hace pensar y nos entretiene.
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